sábado, 9 de mayo de 2009

ACTO DE FE


Todos llevamos dentro un ángel, siempre e creído eso y lo mantengo, todos tenemos unos segundos en la corta vida para ser nosotros mismos, quizá eso, a veces nos es difícil, otras en cambio se nos antoja que sea facil. En algun momento, somos lo suficientemente valientes o lo suficientemente cobardes para sacar ese ángel y dejar que el decida nuestro destino, tampoco es muy importante el echo del momento en que se decida, mas bien que estemos plenamente convencidos de ello.
Hoy me dirijo al punto mas alto de un abismo, el mas alto que conozco, y me dirijo a el, por el simple echo de que estoy convencido de que el ángel que llevo dentro debe salir al fin.En el ascenso voy cargando con todo lo que he aprendido ultimamente, y que no es nada agradable de asumir. Asumir que uno no es tan buena persona como cree, por el simple echo que cada día se intenta serlo mas, no es una cosa que reconforte mucho. Ver que respetar el libre albedrío de los demás es una forma de decir, soy un cobarde y así me libero de toda responsabilidad a la hora de actuar de los demás, no es algo que me ilusione pregonar. Intentar ser feliz y atrapar la felicidad sin estar preparado para ella no es un buen consejo que debería pregonar a los 4 vientos, siempre hay que estar preparado para todo, incluso para lo bueno, sino lo estas, no sirve de mucho encontrarlo, mas bien te destroza luego. Fallar a los que te importan , no por que no has echo lo que has podido, sino por saber que siempre se podía haber echo algo mas, y muchas mas cosas que están en ese zurrón y que ahora ya no tengo tiempo de contar, pues he llegado a mi destino. Enfrente se encuentra el abismo mas profundo que conozco, y del que voy a saltar. Desnudo de todo prejuicio y moral, cargo sobre mi espalda ese peso extra que no me beneficia para nada, y extiendo las alas que por primera vez veo salir de mi espalda, las veo brillantes y nuevas, pero a la vez frágiles y jóvenes, temblorosas, llenas de dudas y de inquietudes, el peso extra les asusta tanto como a mi, pero ellas saben que es el peor momento para desplegarse y aun así van a seguir confiando en mi, pase lo que pase al final. Con las puntas de los pies rozando el frió vacio, las extiendo y las abro, no me interesa para nada llegar al cielo, no soy tan ambicioso, el simple echo de asumir ese peso extra es mas que suficiente, así podre retomar el ascenso para que este me devuelva al punto de partida de donde salto hoy. Pero eso es demasiado complicado que suceda, así que lo mas seguro es que me aplaste contra el suelo, y así con mis alas me convierta en un demonio, en algo que siempre he odiado, pero que puede ser que sea lo que llevo en mi interior, tampoco importa, al final no es mas que un ángel también. ¿O es que los demonios dejan de ser ángeles alguna vez? No , nunca dejan de serlo.